Síntomas principales
- Cambios abruptos entre estados de ánimo extremos (euforia y tristeza profunda)
- Energía excesiva o disminución drástica de la actividad
- Insomnio o, por el contrario, necesidad excesiva de dormir
- Dificultad para concentrarse o tomar decisiones
- Irritabilidad o comportamiento impulsivo
- Sensación persistente de vacío o desesperanza
- Aumento o disminución significativa del apetito
- Pensamientos recurrentes sobre la muerte o el suicidio
Señales de alerta:
Si estos cambios afectan tu desempeño diario o relaciones, es momento de buscar ayuda profesional.
Orígenes:
El trastorno puede estar relacionado con factores genéticos, desequilibrios químicos en el cerebro o eventos traumáticos.
Aspectos a considerar:
El tratamiento puede incluir terapia psicológica y, en algunos casos, apoyo médico especializado.
Plan de acción:
Un diagnóstico temprano y un plan de tratamiento adecuado marcan la diferencia para mejorar tu calidad de vida.
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